martes, julio 24, 2007

miedo a las hormigas

Siempre he sentido miedo y mucha vergüenza por tenerlo.
De niña me quedaba despierta hasta tarde para no dormir y no tener pesadillas. En aquella época pensaba en fantasmas, en almas en pena que me aplastaban y me robaban el aliento. En la mañana, al despertar, no quería levantarme porque un oso pardo me agarraría los pies y me arrastraría consigo bajo la cama.

Mi madre se desesperaba y en esa desesperación se irritaba. Yo no podía cumplir sus requerimientos: no podía cerrar la ventana si era ya de noche porque algo o alguien podría tirarme del brazo hacia afuera, no podía ir a buscar un vaso de agua a la cocina ( si era de noche) porque el cuadro del niño-diablo en el pasillo me lo impedía.

Tuve miedo a los perros, a las lechuzas blancas, a las mariposas nocturnas, a los gusanos, a la oscuridad, a los ladrones, a morir, a estar sola, a las hormigas.

¡Le tuve miedo a las hormigas! ¡Quién le teme a las hormigas!.
Fui blanco de las burlas de mis hermanos por eso, por no cruzar el patio si una hilera en batallón se atravesaba en mi camino.

Sólo hace algunos años terminé de dominar casi por completo mis miedos infantiles.
Y cuando pude explicarlos descansé profundo.

Ayer, sin embargo, estuve a punto de perder la cabeza. Fue una sola señal la que me dejó paralizada en la entrada de mi departamento - hasta antes de ese momento- seguro.

No podía llamar al conserje y explicarle lo que me pasaba porque se reiría.

No podía llamarlo pero tampoco me atreví a continuar con mi rutina. Estaba ahí, paralizada, intentando no repetir un episodio bochornoso que protagonicé hace algunos años, cuando luego de entrar en el descontrol total grité por ayuda a los vecinos. "¡Alguien se está entrando a mi casa!"- aullé aquella vez, histérica y suplicante. Pero no había nada, ni nadie, sólo mi pánico.

No podía llamar al conserje porque no mostraría semejante secreto en mi nuevo edificio. Tampoco pediría ayuda a mi madre.

Y ahí me quedé, pensando en osos pardos, hormigas, el reto de mi madre, la burla de mis hermanos y mi angustia.

Ahí me quedé varada, sentada en el suelo frente al ascensor, luego de que me atreví a decirte que sí, que era tan importante, no porque corriera peligro mi integridad física, sino porque yo había retrocedido a los 4, 6, 8, 10, 15 años, y necesitaba, contra toda la vergüenza que sentía, que te quedaras conmigo.

5 comentarios:

nadie dijo...

yo he tenido miedo también, un miedo mucho más impreciso y a fantasmas, al rechazo, a mí misma. no hay que ser valiente, creo yo, tampoco cobarde, hay que vivir con toda la humanidad no más...un abrazo

Fazdelatierra dijo...

es cierto, con toda la humanidad...

deeply dijo...

Puede que no haya fantasmas, ni ladrones, ni hormigas, ni osos polares, pero el miedo era real. Asi que cuando pase no dude en llamar, usted sabe que si lo necesita estare ahi. Un abrazo.

Unknown dijo...

yo le tengo miedo a las hormigas :|, y muchos no lo entienden, mas sin embargo, creo k todos le tememos a algo y no hay k burlarnos de nadie.

Anónimo dijo...

yo también le tengo miedo, no es pánico!!! a las hormigas me alegra saber que no soy la única :(