domingo, junio 15, 2008

La familia!!!

Las cosas cambian, lo dices a menudo cuando mi desesperanza vuelve rígido el futuro. Y tienes razón. La vida se mueve, las partículas se acomodan sin nuestro examen ni control. Y hay sorpresas.

Mi familia dolorosa, por ejemplo, ha cambiado el gesto por estos días, como un animal golpeado que de pronto se vuelve afable.

Los últimos años no fueron fáciles para nuestros encuentros. Fallamos en cada intento; en cada almuerzo, tenso, podía llegar a sonar la copa aquella a la que le temíamos, la que sacaría el cadáver del ropero como en "La Celebración".

En cualquier momento alguno de nosotros podía tirar del mantel para que quedara claro que estaba viva nuestra tragedia fundacional.

Mi hermano y yo nos hicimos especialistas en ello durante un tiempo. Nos peleábamos ante la vista de nuestros padres como reclamando un límite que nunca tuvimos, algún orden que nos hiciera retroceder.

Tantas veces nos sumergió la ira, tantas veces la sensación amarga por la torpeza, el exceso, el haber querido acariciar y no dañar.

Hace algunos años mis padres se separaron después de casi 40 años de matrimonio. Yo predije que otras fuerzas vendrían a reacomodarlo todo. Mi madre se fue de la casa y mi padre cayó por primera vez en un silencio que no deseaba. Fue una gran crisis, de esas que aparentan tranquilidad pero que pueden secar el alma sin que nos demos cuenta. Para él la soledad, para nosotros la dispersión total.

Nunca antes estuvimos tan lejos. Yo pensé "hasta aquí llegamos". Porque no era simplemente que ellos se separaran, su separación en sí era la caída de lo que tímidamente nos sostenía, nos relacionaba. Mientras más lejos, más a salvo.

Por alguna razón que no debe haber sido despreciable nos desentendimos al máximo.

Hoy, por algo que tampoco alcanzo a dimensionar, nos acercamos.

¿Qué cambió?... No lo sé, tal vez que la antigua casa de Los Andes quedó en el pasado,  ya no hay testigos como las paredes del pasillo, el palto, la hamaca. Tal vez porque mis padres se volvieron a juntar pero no con la intención de ser los mismos (mi madre toma clases de arte y restauración).

Todos, de alguna manera dimos vuelta la página para continuar el relato.

Hoy ya no me duele la familia, hoy siento tranquilidad y felicidad infantil cuando nos encontramos. 

1 comentario:

Jorge García Torrego dijo...

Me ha gustado mucho esta "descripción" de tu familia.
Me parece que está muy bien contada,y que el lector está muy cercano en todo momento al relato.
Por cierto, saludos para ti, y saludos a Alberto, tu hermano, de su amigo español Jorge.
1 abrazo